Un tratamiento preventivo es aquel realizado sin que tengamos sospecha, ni diagnóstico de enfermedad ni detección de ningún patógeno en particular ya sea en animales como en personas. Habitualmente confundimos tratamientos preventivos con vacunaciones. Y debemos tener claro que un tratamiento preventivo no nos protege frente a nada, solo “elimina” un posible e hipotético agente infeccioso que se encuentra de forma inactiva en el organismo, permitiendo que el animal en cuestión pueda infectarse nuevamente en cualquier momento de su vida.
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